Saturday, April 18, 2009

La canonización de Raúl Alfonsín



La última semana de marzo, fue la semana Alfonsín: varios canales abiertos y todos los diarios reflejaron la muerte del primer presidente constitucional post última dictadura militar. No era para menos, Alfonsín fue eso, el primero en democracia ochentista y era uno de los sobrevivientes de la Historia y, además, el hombre más fuerte del putrefacto y languideciente radicalismo.

Si bien, quizás la presidencia de Raúl Alfonsín fue una de las menos sospechadas de corrupción, se produjo un olvido histórico, en la seudo canonización que se hizo del personaje, no de la persona, en toda la repercusión mediática y de gente agolpada para saludar al "padre de la democracia". Salvo contadas excepciones, no se mostró el Pacto de Olivos, la continuidad en las políticas de corte neoliberal y la salida anticipada del gobierno. En todos los informes (excepto la del adolescéntulo CQC) se subrayó la "honestidad", "decencia" e "institucionalidad" de Alfonsín. Se deben haber olvidado del patético "fight" ante un emisario del FMI. Sin embargo, no es la primera vez que se dan estos casos de notoria amnesia colectiva...

Alfonsín, ya desde la previa a su gobierno, era la contracara de un Herminio Iglesias que quemaba un cajón con las siglas de la UCR. En eso ganó, Alfonsín, y eso vio una gran masa de doloridos compatriotas. Una contracara, una decencia, una mesura, frente al patoterismo, frente a lo peor del fallecido peronismo. Y al también fallecido radicalismo, también le vino bien la muerte pero sobre todo el encendido recuerdo hacia el hombre de Chascomús.

Que quede claro: es un acontecimiento de real importancia histórica (en mi caso, es el presidente con el cual nací y el primero que veo morirse) pero el rating, la UCR y el desmemoriado recuerdo empañaron y utilizaron la magnitud de lo acaecido.

Sunday, May 25, 2008

Encuentro de Editoriales Independientes

El jueves 10 de mayo se llevó a cabo el segundo día del “Encuentro de Editoriales Independientes”, en la Sala Cortázar de la Biblioteca Nacional. Organizado por el Proyecto Alejandría, tuvo como propuesta inicial una exposición del método de edición de la Editorial Eloísa Cartonera. Luego se abrió el debate acerca del rol de las editoriales independientes, su lugar en el público lector, el mercado, las posibilidades de financiamiento y la importancia del libro en la actualidad. La actividad que comenzó a las tres de la tarde tuvo entre sus asistentes a los editores independientes: Esteban Virgilio Da Re (editorial Tantalia), Damián Tabarovsky (editorial Interzona), Miguel Villafañe (editorial Santiago Arcos), Cristóbal Thayer (editorial La Cebra), Miguel Balaguer (editorial Bajo la Luna Nueva) y Santiago Vega, nombre verdadero del escritor Washington Cucurto, por la editorial Eloísa Cartonera. El encuentro fue coordinado por Evelyn Galiazo y el moderador fue Carlos Bernatek.

Pasadas las tres y media de la tarde, Santiago Vega y tres ayudantes de la Editorial Eloísa Cartonera acomodaban libros hechos con tapas de cartón, con títulos pintados a mano con témpera. Decenas de ejemplares acomodados sobre una mesa y en el piso. Los asistentes al encuentro, representantes de las editoriales independientes invitadas, hacían preguntas a los miembros de la editorial cartonera y se pasaban libros de esta última y de las otras editoriales. Las primeras preguntas giraban en torno a qué autores edita Eloísa Cartonera. Vega explicaba que en su catálogo “hay algunos muy famosos, como Aira, Piglia, Pauls, que todo el mundo los conoce. Ellos son nuestro caballito de batalla y detrás de ellos metemos todo el resto”. Acerca de cuál es el arreglo que mantienen con los escritores, Santiago Vega comentaba que la editorial no tiene ningún derecho sobre los libros y que con los autores amigos de la misma, como Zelarrayán y Casas, mantienen un acuerdo de palabra.

Eloísa Cartonera no inició ningún trámite con el objetivo de legalizar el proyecto. Según su co-fundador, Santiago Vega, la no-legalidad es algo provisorio, la editorial así como está en su actualidad (sin papeles ni ISBN) “es una prueba piloto”. En palabras de Vega, Eloísa “es una cosa muy informal, porque nosotros no tenemos las condiciones como para hacerlo formal, si no, creo que habría algo, una formalidad” y también admitió que esa “informalidad” no hubiese sido posible en otro país en donde son más estrictos con las cuestiones legales. Igualmente, el estar al margen es una circunstancia y el objetivo de crecer está presente,
estos libros podrían ser mejores, se abrirían un montón de posibilidades, soy un convencido de que se puede dar trabajo a mucha más gente, con organización, con infraestructura, esto es el comienzo de un proyecto pequeño, independiente, pero que puede ser bastante más grande. El proyecto está, el libro es lindo, el libro responde todo el tiempo, no es que hacemos algo que no sirve, que la gente no quiere, hacemos algo que todo el mundo quiere, que la gente compra y ése es nuestro trabajo.

La economía de los libros

El financiamiento de las editoriales independientes fue uno de los temas que mayor atención concitó en los asistentes y que más debates generó. Primero, fue expuesto el caso de Eloísa Cartonera, en el que los lectores que compran los libros son los que sostienen económicamente el proyecto. También Vega comentó que los libreros no consignan los libros sino que directamente los compran. Cuando se habló de financiación, inmediatamente surgió la cuestión de los subsidios. Eloísa no tiene subsidios de ningún tipo sin embargo, admiten que hace tres años cuando contaban con pocos títulos, si les ofrecían uno, lo aceptaban. En la actualidad Vega aclara, “a esta altura no necesitamos ningún subsidio, estamos con la idea de que no queremos ser subsidiados, queremos que nuestro trabajo sea real”. Y agrega que si siempre reciben ayuda, “el día que nos dejen de subsidiar, nos morimos de hambre”.

El tema de inscribir legalmente a la editorial mantiene una íntima relación con la posibilidad de recibir algún apoyo económico por parte del Estado. Al menos así lo señaló el moderador Carlos Bernatek. Para reforzar esta idea, Miguel Balaguer, editor del sello rosarino Bajo La Nueva Luna, contó que hasta que no pusieron sus papeles al día, durante diez años estuvieron trabajando en condiciones precarias. En palabras de Balaguer, “estuvimos trabajando en condiciones similares a Eloísa: teníamos imprenta y la vendimos, vinimos a Buenos Aires, hicimos los papeles y recién en ese momento recibimos una ayuda”. Para Miguel Villafañe, de la editorial Santiago Arcos, el subsidio “hay que pedirlo, hay que tratar de obtenerlo. Todo esto - en referencia a las editoriales independientes- forma parte del patrimonio. Recibir una partida de dinero no significa modificar el proyecto o la línea editorial”.

En cuanto al subsidio, se habló de que para obtenerlo también hay que saber sostenerse sin esa dependencia económica y saber para qué se lo utiliza. Para Miguel Balaguer “atarse a los subsidios” no permite transformarse como Industria Cultural. Algo que comparte Vega. Según Esteban Virgilio Da Re, representante de Editorial Tantalia, por un lado, el tema “es ver de qué queremos depender para poder subsistir las editoriales chicas”. Por otro lado, rescata positivamente el apoyo estatal, “nosotros editamos a autores que consideramos valiosos pero no tenemos recursos. Entonces, está bueno que haya vías del Estado que banquen eso y es valioso aprovecharlas”.

Para Villafañe, el subsidio es imprescindible en nuestro país, ya que las grandes facturaciones provienen de industrias subsidiadas por el Estado. “Hay que darse cuenta de que sólo una partida insignificante de la economía del Estado se destina a las industrias culturales” dice el editor de Santiago Arcos y percibe que “parece que hay una culpa con el tema de ser subsidiado”.

Políticas culturales

Dos horas después del inicio del encuentro, las ideas, preguntas y esbozos de conclusiones giraron en torno al lugar de las editoriales independientes en el mercado lector. Cuál es la magnitud de éste y qué lugar simbólico y económico tienen los sellos chicos frente a los grandes grupos editoriales.

Miguel Villafañe estableció la diferencia de demanda que existe entre los lectores de hoy y los de hace cuarenta años, “hoy estamos hablando de volúmenes de 500, 1000 ejemplares, que es la distribución en la que nos estamos manejando los editores chicos. En el ’68, en el país, una edición más o menos considerable era de muchísimos mas ejemplares, la situación era diferente y el interés por la lectura también”. Para el editor de Santiago Arcos, no existe un interés real por parte del Estado de absorber los bienes culturales producidos por la misma sociedad. Y piensa que esto se debe a que “la dominante es la sociedad del espectáculo”. Villafañe propone estudiar qué pasó en estos años y a partir de ahí ver cómo recomponer “la circulación de contenidos, difusión del libro y esplendor cultural”.

Para Esteban Virgilio Da Re la cuestión central es analizar cómo está distribuido tanto el capital simbólico como material, ya que “si no están dadas las instancias de generación de lectura e interés cultural y si no hay capacidad material para acceder, va a estar difícil”. Santiago Vega opina que el interés en leer literatura no se perdió. Para él el problema reside en que hay toda una estructura que hace que algunos libros no se vendan. En esto, sostiene, también juegan un papel importante los medios masivos de comunicación, “que te dicen qué se tiene que comprar”. La publicidad mediática que sostiene a ciertos libros es algo compartido por Villafañe quien comenta que “en la Feria del Libro, la empresa que más compró lugares es el Grupo Clarín. Un grupo importante que tiene un diario, radio, internet, un suplemento cultural y que se encarga de la difusión y la formación de la conciencia”.

Otra problemática, al momento de pensar cómo sostener una editorial independiente, es el modo de distribución. Para Esteban Virgilio Da re, “al tener una tirada reducida, ya tenemos una limitación de la cantidad de librerías en cuales dejar nuestros libros, ya tenemos que pensar en los lugares estratégicos.” En este sentido, Miguel Balaguer se pregunta “si el lugar natural de venta de nuestros libros, de nuestras editoriales es la librería, me duele pensarlo, pero es una posibilidad”. El punto en el que coincidieron tanto Balaguer como Villafañe es en la necesidad de pensar para quién se está publicando, cuál es el lector que se construye mediante la política cultural de una editorial independiente.

Reconstrucción

De todos los temas tratados durante la tarde, entre todas las coincidencias y acuerdos, se puede percibir una necesidad de planificar el rol y el lugar de las editoriales independientes de cara al futuro. Si bien en algunos planteos se percibió un dejo de nostalgia por la cantidad de lectores que había en el pasado, Santiago Vega dejó un mensaje más que esperanzador para rescatar lo positivo de los años en que vivimos,


ahora es una época en la que, con todos los problemas que hay, es mejor. Porque hay que construir todo de nuevo, ése es el desafío. Hay que pensar que ahora estamos mejor que en el ‘68, porque hay que hacer todo de nuevo. Hay que arreglar las escuelas, los hospitales. En el ‘68 había un montón de plata, era otra época. Ahora hay que construir todo, hay que empezar de cero. No hay tiempo que perder, cada minuto que pasa, cada día que pasa hay gente que se muere, que no va al colegio. Hay que luchar, hay que trabajar cada día más: el doble, el triple, lo que sea necesario. Y hay que querer la época, lo que nos está tocando, tenemos que saber verla, enfrentarla, hay que ponerle el pecho, no vamos a estar toda la vida llorando. Esto es lo que tenemos, lo que hay, con eso hay que hacer, no hay mucho más.

Sunday, February 17, 2008

Imperfecto (apuntes sobre mis visitas obligadas a Puerto Madero)



Durante estos dos meses de verano ardiente tuve que visitar, de forma obligada, el barrio de Puerto Madero. Trabajo actualmente haciendo trámites para un estudio contable y algunas veces me toca ir al barrio de los diques y rascacielos, creado en la época del presidente justicialista Carlos Saúl Menem. He entrado en oficinas ultramodernas, sobre todo para mi ojo suburbano, y he caminado cuadras y cuadras bajo un sol abrasador entre restaurantes de visitantes ricos y empleados provenientes de la clase trabajadora argentina.

Lo primero que experimento ante este fastuoso emprendimiento inmobiliario, es una sensación total de extrañeza: siempre sé que al final de cuentas, después de cumplir mis obligaciones laborales entre gente acomodada, voy a volver a subir a un tren servicio diesel que se dirige hacia Bosques y se llena de gente, gente de la clase social a la que yo pertenezco (clase media media) y de extractos más bajos (clase media baja, clase baja). Es decir, ya desde un principio sé que ese ¿barrio?[1] es un escupitajo en la cara de los más de dos tercios de población (y un poco más). Es un insulto y un claro ejemplo de cómo vivimos en América Latina, África y Asia. Es el paradigma de la desigualdad, de la inequidad en la distribución de la riqueza, de la desvergüenza y la fastuosidad. Es un crimen público.

Puerto Madero es la perfección, al menos eso simula. En este sector urbano-fluvial sucede algo parecido a las contradicciones expresadas en el Personal Fest (ver Personal Fest , Las grietas y el consumo). Sólo hace falta observar los restaurantes de pocos elementos en su decoración, de líneas no rígidas (tan flexibles como las relaciones laborales de sus interiores o de los flujos financieros de los bancos internacionales que lo habitan) de sensación “chill out” constante. Nada más alejado del ajetreo diario de nuestro país en crisis o quizás en decadencia, donde se da un constante enfrentamiento de clases, claramente expuesto en estos diques de riqueza.

La perfección habita en su núcleo, en comederos y en oficinas. Pero si caminamos un poco por los bordes, podemos oler fétidas aguas del río contaminado y de desagües misteriosos que circundan las calles, entre autos y volquetes. Y con estos últimos viene otro desgarramiento en la trama perfecta: las construcciones en proceso. La incesante apuesta financiero-inmobiliaria origina un fenómeno de construcción constante que hace a un transeúnte caminar por la calle, no por las inhabilitadas veredas, y esquivar grúas, carteles de “peligro” y materiales de concreto.

Evindentemente, Puerto Madero está emplazado en un país pobre, el nuestro, Argentina, y sino basta con ver los cruces, el “cross road” de clases: albañiles, empleados gastronómicos, cadetes (como yo), recepcionistas, entremezclados con nuevos ricos y prolíficos empresarios, en su mayoría jóvenes “exitosos” imbuidos en el mundo financiero. Lamentablemente, los primeros tenemos que caminar cuadras y cuadras por el “barrio”, porque no existen colectivos que entren a las callecitas, y los últimos llegan en sus autos caros e importados. Quizás el proyecto de este pedazo de tierra ganada al río sea precisamente ese, el de la inaccesibilidad. Algo similar a lo que sucede con el MALBA o lo que expresó alguna vez Juan José Sebrelli sobre el Barrio Norte. Quizás sea eso, un recinto más que resguardado, un tipo de castillo moderno hecho para que no accedan los siervos.



[1] Si nos remitimos a la versión clásica de barrio, con sus lazos de comunidad, solidaridas y conocimiento mutuo quizás tenemos que borrar la categoría al usarla en el alienado sector más rico de la Capital.

Monday, December 31, 2007

La televisión del 2007 – balances (Hacia una nueva televisión- PARTE II)


Terminó el año y la televisión argentina dejó cosas positivas y negativas. Todas ellas enmarcadas dentro de un proceso de más de un lustro en el que se combinan ficciones más que interesantes, con realities, programas de archivo y televisión pública sin cumplir su rol de tal.

Este fue el año de la explosión de los programas de archivo: además de los ya instalados y reconocidos (como TVR) aparecieron otros que mostraron más de lo mismo. La permanente reproducción de lo que produce la misma TV, una televisión que cada vez más “habla de sí misma”, en términos de Umberto Eco, quien escribió acerca de una “Neo TV” en la cual el acontecimiento es ella misma, lo que hay mostrar y representar es la realidad televisiva.[1] El caso de TVR quizás es el más digno entre estos programas. Igualmente este propuesta sigue siendo un claro consuelo seudo progresista para las almas bienpensantes de la clase media argentina. TVR no rompe con nada y asume el papel que en algún momento tuvo CQC : una crítica velada, una seudo crítica muy tibia y que juega el mismo juego que la televisión existente. El dato objetivo es que estos programas son los más baratos de hacer y la televisión argentina quiere reducir sus costos.

Los realities fueron todos los de Gran Hermano: dos versiones comunes (con participantes anónimos) y una versión con personajes de la farándula. Los realities no presentaron gran novedad. Lo que quizás fue más interesante pasó por los programas que conducía Mariano Peluffo y secundaba Jorge Dorio, los cuales saben reírse de la nada que constituye a los formatos GH.

En el terreno de las ficciones, LaLola fue lo más rescatable. Provista de un gran elenco, humor y un manejo del lenguaje de serie un poco más novedoso que el que se utiliza habitualmente en nuestra TV, fue lo mejor que hubo en un año sin demasiadas propuestas en un campo bastardeado y precarizado actualmente. Hay que tener en cuenta que este año hubo conflictos gremiales de actores y extras, los cuales pusieron en jaque a la continuidad de tales series.

La televisión “pública” y gubernamental mejoró. Pero le falta. Presentó a Piter Capusoto y sus videos, lejos lo mejor de la pantalla y la emisión con más contenido crítico. No sólo los palos fueron para el mundo del rock en sí, sino también para ciertos modos de apreciación de la cultura de masas que posee la sociedad argentina. Otro de los puntos favorables fue Filmoteca, el ciclo conducido por Fernando Martín Peña injustamente emitido a la trasnoche. También se destacaron: Ficciones de lo real, MP3, y La vida es arte.

Cada vez la televisión privada tiene menos restricciones y la televisión pública si bien mejora en calidad no asume aun su rol de democratización que la haría cumplir sus reales objetivos de servicio para toda la república. La carencia es la planificación conjunta y el cumplimiento de ciertas obligaciones y real conciencia del espectador televidente. Sin todo eso es imposible avanzar hacia una nueva televisión.

[1] Eco.U: Tv:la transparencia perdida

Tuesday, December 11, 2007

Personal Fest '07: Las grietas y el consumo


El sábado pasado fui al Personal Fest ’07. Nunca había concurrido a uno de estos festivales que organiza dicha marca de teléfonos celulares. Mi objetivo y razón por la cual desembolsé $80 para un recital, es que tocaban los Happy Mondays y realmente tenía muchas ganas de verlos. Afortunadamente, no defraudaron y fue de lo mejor de la grilla de programación o al menos lo que más me gustó (esto ya lo sabía de antemano). Hago esta introductoria aclaración para no pecar de careta y decir que no la pasé bien en un festival de tal magnitud y ante la presencia de la banda de Manchester.

El festival tuvo todo lo esperable y más, de una fiesta posmoderna organizada por una de las mayores marcas de telefonía celular del país. Mi primera impresión fue el acceso de público, el cual fue bastante organizado: un chequeo de entrada, una palpada y otros dos chequeos de entradas. Obviamente, la organización dejó entrar a los habituales punguistas a que arrebaten celulares, cámaras fotográficas digitales y dinero en efectivo para después repartir a algún cómplice de la entrada al festival. Pero esa sería una de las tantas grietas de la simulada perfección de un evento hecho para el consumo masivo.

Grietas y consumo. Me parecen los dos términos más apropiados para el Personal Fest y para este tipo de festivales. Consumo porque es lo que más se ve, por ejemplo, no te dejan entrar con nada comestible, ni una botella de agua y adentro te cobran un sandwich de milanesa a $10. Hay que recordar que la entrada vale $80 y ningún proletario entra a un festival de estos (excepto por los punguistas contratados por la organización) pero todo está dispuesto para que se de en un ritmo frenético de gasto económico y consumo cultural rápido: nunca llegás a ver toda la oferta de las bandas que se presentan, siempre se superponen unas con otras.

Grietas porque el viernes (el día 1) un espectador sufrió una herida de arma blanca y porque algunos músicos, como Snoop Dog, tardaron en salir a escena y se generó un bache de aproximadamente una hora o más sin música en vivo. La otra grieta serían los punguistas y la inexistencia de bebederos gratuitos, como sí había en la Creamfields. Otra grieta podría ser la oferta bastante pobre en nombres y relevancia de las bandas que trajeron, sobre todo en comparación con la edición del año anterior donde tocaron New Order y Madness como lo más relevante.

Si alguien me pregunta de ir al festival de Personal, le diría que no vaya, que realmente es una pérdida de dinero, más si no bajan más cantidad de ese preciado metal los espónsores y otras fuentes de financiación indescifrables para traer a bandas más importantes o más relevantes para la historia del rock[1]. Porque los únicos que le pueden aportar rock a un festival así son las bandas o algún espectador. El resto no.

[1]A esta altura de la historia cultural entiendo al término “rock” más como una actitud y forma de vida que otra cosa.

Saturday, August 11, 2007

El blog sobre el blog (parte I)

Información fragmentada y abierta a los sectores sociales que acceden a internet[1], páginas complementarias a las grandes empresas de comunicación (algunos diarios importantes tienen su blog o el ejemplo de Clarín que remodeló su sitio virtual y lo llevó a un formato similar al blog), masturbación mental y exhibicionista de millones de personas (las bitácoras virtuales que funcionan como diarios íntimos) lugares de refugio intelectual y profesional de periodistas que quieren exponer sus notas excluidas de los medios de comunicación en los cuales trabajan, entre otros usos de los difundidos blogs.

Google es el dueño real de este blog, de La cripta del rulo[2]. Y de todos los blogspot. La empresa paradigma del “infocomunicacionalismo” funciona como un gran embudo en el cual son depositados los consumos culturales (sobre todo CONSUMOS) de millones de seres humanos y también una impresionante bolsa de información y conocimientos, que Google se encarga de administrar e inteligentemente distribuir. Es como si las expectativas, saberes y prácticas de varias personas circularan por una misma ruta, una ruta que brinda la ilusión que se abre a varias otras rutas pero que en definitiva sirve en sus intereses reales a una gran autopista, en la cual se paga un caro peaje. Y ese peaje no es solamente caro en términos económicos.

El blog puede funcionar como una pequeña mácula en el entramado económico y político, social y cultural hegemónico. Este último regala una especie de chupetines para que millones de personas se entretengan, que chupen un poco de dulce mientras sus padres (Google, Microsoft, entre pocos otros) son de sabor agrio. No hay que perder de vista que los blogs pueden servir para agrietar ciertas estructuras y de a poco socavarlas y luego demolerlas. Pero son sólo pequeñas contribuciones al derrumbe.

En tiempos en que el “edificio social se derrumba”[3] hay que agotar todas las opciones para desmantelar todo lo que oprime y lo que significa un costo SOCIAL muy alto. Sin embargo, no hay que sobredimensionar lo que el mismo entramado anteriormente citado nos propone como panacea.






[1] El término “internet” debe ser escrito en minúscula, no en mayúscula como lo asigna automáticamente el procesador de textos de Microsoft.
[2] Evidentemente, el nombre de este blog remite a algo restringido. Porque ¿Quiénes leen los blogs?: los que pueden leerlos en relación a su capital simbólico y económico y sobre todo, quienes tienen “acceso” a este soporte.
[3] Aguante Roberto Arlt.

Tuesday, July 24, 2007

Fútbol, semiología y la argentinidad al palo

Este mes vi algunos partidos de la Copa América de fútbol. Podría decir algunos partidos o, mejor dicho, fragmentos de algunos partidos, porque la perfección del equipo me aburre un poco.

Lo que sí me divierte o me interesa ver son las publicidades que aparecen cuando uno está viendo esos partidos. Estas aparecen sobre la pantalla, tapando incluso alguna franja de pasto y consecuentemente una acción del mismo juego. Pero también están las que aparecen en el entretiempo.

El problema que observé no es la obstaculización de la visión que estos avisos publicitarios causan. No, ese sería otro problema, lo que sí encuentro algo dañino, mentiroso, y oportunista es la construcción de "lo argentino" que esas publicidades realizan.

En todo acontecimiento deportivo de magnitud (es decir, el mayor porcentaje en nuestro país correpondería a aquellos relacionados con el fútbol) en cualquier época, todas las empresas aprovechan para llamarse argentinas. Todas. Aquelllas que lo son reafirman su interés nacional al apoyar al equipo de fútbol y sobre todo al "sentimiento" de la hinchada. Las otras, las que claramente son empresas extranjeras, increíblemente transfieren sus capitales al patrimonio nacional.

Sería bastante difícil determinar que composición de cada compañía pertenece a dueños argentinos o grupos financieros internacionales o viceversa. De hecho, casi ni importaría eso, porque tanto al dueño de nuestro país como al grupo económico de afuera lo único que le interesa es la acumulación de capital, la maximización de la ganancia, la reducción de costo. La verdadera cuestión es a qué y a quiénes se refieren con ese patrioterismo inocuo, a esa nacionalidad al palo.

Esa construcción de "lo argentino" no es inocente, como tampoco la publicidad lo es. Pero lo que se quiere construir es esa exacerbación de lo líquido y efímero que es aferrarse a los triunfos de un simple equipo de fútbol, mientras un edificio social se derrumba.

Resta recordar que probablemente uno de los únicos puntos de encuentro de la nacionalidad actuales en un mundo posindustrial, informatizado, hiperconectado e intercultural, es un partido de fútbol. No es alarmante el sentimiento compartido por millones de personas de nuestro territorio por ese hermoso deporte. Lo que sí puede alarmar, al menos a mí me alarma, me llama la atención, es como CTI es argentino, por ejemplo. O como ama al país Canal 13 o el Grupo Clarín, e inmediatamente se convierten en los estandartes de la nacionalidad, una nacionalidad que ellos mismos tildarían de populista. Quizás ellos son los principales impulsores del populismo.

Todo lo mencionado arriba no pertenece a nada nuevo. Todos los años pasa, en todos los canales, en toda la pantalla circula, en todos los diarios. Habría qué ver cuál es el costo, cómo se recibe, cómo es interpretado, consumido y resignificado. Y sobre todo a qué intereses económicos sirve. Pero eso se lo dejo a los semiólogos. No creo que ellos busquen lo referido a la economía política de los mensajes, se ensuciarían las manos. Pero al menos ellos sabrán analizar. Ellos son gente más seudo-científica que quien escribe.