Wednesday, April 18, 2007

Editorial de la revista Singüeso




A fines del año 2005 emprendí con algunos amigos y compañeros la realización de una revista sobre Comunicación, Política y Sociología de café. La revista se llamó SINGÜESO y sólo salió dos veces a la calle (en noviembre de 2005 y en mayo del 2006). A continuación transcribo la editorial que escribí para el número lanzamiento.


Singüeso. Sin las costillas que recubren las ideas que no quieren ser mostradas, que amagan cierta interacción, cierta invitación a la participación y quedan en los inertes papeles sin vida. En los libros que descansan tristes porque no son leídos y si son tocados, es para ser adorados y nada más. Para ser venerados en el estrado del snobismo, cuando en realidad, los textos quieren salir a la calle. Atravesar los umbrales del pensamiento y enriquecer los espíritus, hacer heroicas las acciones.

Precisamente, ese salto hay que dar, esa revolución hay que producir. Las ideas tienen que fluir como arroyos que buscan desembocar en algo, que no desean estancarse. El río o el mar receptor de esos arroyos debe ser el pueblo. El público que disfruta y piensa en una lectura, ése que cuando es más valiente, usa su inteligencia para proponer y criticar, para llegar a construir.

Los guetos, las castas, los reducidos círculos de gente que fuma opio en alguna torre, son las cárceles del conocimiento. Las verdaderas paredes del egoísmo y la inseguridad. Si se pretende generar un camino alternativo o para usar términos menos trillados, “un desvío”, hay que plantear métodos innovadores. No usar las fórmulas ya establecidas que mueren en el intento por ser ortodoxas. Singüeso es un proyecto ambicioso, pretensioso. Producido en su germen por inquietudes que quieren circular y transmitir algo productivo. Para presentar ideas, propuestas ideológicas que corren por fuera de los medios monopolizados, sodomizados por los intereses comerciales, fagocitados por las fauces voraces de la publicidad.
El hombre es contradictorio por naturaleza. Preferimos esa contradicción, la de cambiar y modificar las líneas de pensamiento, para que en un futuro sean más prolíficas. Preferimos esas mutaciones. Aborrecemos las osamentas fosilizadas de intelectuales putrefactos. Esos que se desgañitan por conservar todo, por no modificar.

Singüeso abre el juego. Sin huesos de antaño, que generan elitismo, que temen la democratización de la cultura. Singüeso pretende mostrar otro camino, más abierto, más luminoso sin trabas a la interacción, para generar algo positivo. Singüeso, comienza y desea perdurar.

“¡CREER!

He allí


toda la magia

de la vida" [1]


1- Raúl Scalabrini Ortiz , El Hombre que está solo y espera.